La Jornada: Bajo la Lupa
ientras la agencia británica de noticias Reuters pregona elfracasode la cumbre de EU y China, la prensa china está más entusiasta que su análoga estadunidense sobre elnuevo capítulo abiertopara cooperar y desarrollaruna nueva era(Xinhua, 22/1/11), tras su tormentosa relación bilateral durante casi todo 2010.Xinhua festeja la visitaexitosade cuatro días del presidente Hu Jintao a EU donde consiguiódefinirla volátil relación bilateral que ahora se debe basar enel respeto mutuo y el mutuo beneficio, lo cual da a entender muchas cosas –en espera de resultados concretos que efectivamente emergieron, como la desactivación in extremis de una conflagración mayúscula en la península coreana, donde funcionó la cooperación de Pekín y Washington para calmar los ánimos exaltados de las partes.Xinhua insiste en que larelación China-EU es más de importancia estratégica e impacto global que bilateral. Sin duda, pero todavía dista mucho del G-2 falsamente bipolar que anhelan los globalistas anglosajones.Quizá sueña demasiado Xinhua que ambas superpotencias puedenforjar una nueva manera para que todos (sic) los países coexistan armónicamente en un mundo globalizado, en momentos en que arden el Medio Oriente, África y Asia central.Tan Yingzi y Wu Jiao (China Daily, 22/1/11) pregonan que Humarcó el mapa a seguir en las relacionesbilaterales durante una comida en Washington a la que asistieron 500 empresarios y políticos:China profundizará sus reformasy seadherirá a un desarrollo pacífico mientras urgía a que Washington esté consciente de los intereses esenciales de Pekín en Taiwán y Tíbet. ¿Se les pasó agregar sus otrosintereses esencialesen elmar del sur de China?Ding Qiangfen (China Daily, 21/1/11) exulta quela visita de Hu cambia la dirección en las relaciones, y promociona lacompra por Pekín de bienes estadunidenses por 45 mil millones de dólares para apuntalar 235 mil empleos.La cooperación económica, en el más depurado guión del G-20 de corte economicista, está ocupando el primer lugar en las relaciones bilaterales por encima tanto de las finanzas –donde China cedió muy poco para revaluar su yuan en los términos perentorios de EU, mientras no ceja en exigir el nuevo orden financiero multipolar, donde su divisa jugaría papel relevante– como de las militares, que tomaron un rumbo positivo gracias a la visita previa a Pekín del secretario del Pentágono, Bob Gates.China ablandó la dureza retórica de EU con su compra por 45 mil millones de dólares de bienes que incluyen 19 mil millones de dólares para adquirir 200 aviones Boeing, y otros tratos en telecoumunicaciones y tecnología con General Electric (¡ojo!), Honeywell y Navistar.Cuando cundela guerra alimentaria global, el primer importador de soya del mundo, China, compró por 6 mil 700 millones de dólares (Reuters, 21/1/11), al primer exportador global del producto (EU), en la plaza de Chicago (altamente simbólica por ser doblemente el feudo de Obama y el centro mercantil de los futuros de granos), a tres trasnacionales oligopólicas –Cargill, ADM y Bunge Limited–, hoy puestas en la picota por mil millones de hambrientos de la Tierra.Tras su humillante derrota electoral, Obama se convirtió al clintonomics –la economía globalista concentrismopolítico de Clinton– y nombróconsejero económico externoa Jeffrey R. Inmelt, ejecutivo de General Electric (NYT, 21/1/11), en sustitución del dimisionario decepcionado Paul Volcker, quien no pudo avanzar sus reformas financieras regulatorias para domar a la bancocracia de Wall Street.El nombramiento de Inmelt ocurrió significativamente mientras el presidente Hu hacía relaciones públicas en Chicago.En vísperas de la trascendental visita de Hu a EU, el ex asesor de seguridad nacional de Carter e íntimo de Obama, Zbigniew Brzezinski, no perdía la esperanza en su subconsciente unipolar y rusófobo por un G-2 de facto.En entrevista con The Financial Times (19/1/11), comentó que las dos superpotenciasenfrentan una vez más a un adversario (sic) común para configurar un cada vez más mundo ingobernable (sic), por lo que necesitantrabajar una agenda común (sic) que abarque temas como Norcorea, Medio Oriente y el sistema financiero internacional. Hoy eladversario no tiene nombre y puede ser local (¡supersic!).Amenaza subliminalmente con caos global y balcanizaciones cuyos nombres no se atreve a pronunciar:las cosas pueden salirse de controlyel mundo puede entrar en una intensificada confusiónquedescarrilaría la transformación económica de China y afectaría a EU.Recuerda la invitación a cenar a su casa a Deng Xiaoping, entonces timonel chino, al inicio de su histórica visita a EU un mes antes de establecer relaciones formales (el 1/1/79), lo cual contribuyó a latransformaciónde China. A su juicio, tres décadas más tarde la visita de Hu a Obamaes la más significativa desde entonces.Brzezinski, de 82 años, considera que en lospasados 18 mesesChina incurrió enalgún resbalón (sic) en su control de arriba abajo, quizá con alguna infección (sic) de triunfalismo.Ahora percibe que enlas pasadas semanas el liderazgo chino fue sacudido (sic) al percatarse de que las cosas habían ido demasiado lejos.Cita un artículo en diciembre por Dai Bingguo, el más prominente funcionario chino en política exterior, quien aludió a la conducta de Deng de queChina debería permanecer modesta y prudentesin buscarexpansión ni hegemonía. En caso de que China opte poruna buena conducta, sugiere que EU le imite y le trate comosocio potencial.¿Regresará China tres décadas atrás a colaborar asimétricamente al estilo de Deng bajo el paraguas de un G-2 inconfeso cuan avieso? Difícilmente.Por cierto, The Financial Times, portavoz de la globalización financierista, consagró amplias series, muy sesgadas cual su estilo, sobreChina modela al mundo.A nuestro entender, en la fase final de Hu, China gana tiempo de aquí a 2012, cuando Xi Jingpin, hoy vicepresidente y vicedirector de la estratégica Comisión Central Militar (responsable del legendario Ejército de Liberación del Pueblo), asuma la presidencia y a quien le corresponderá definir el rumbo de la quinta generación del liderazgo chino.De aquí a la toma del poder de Xi –cuando coincidentemente Obama aborde probablemente las urnas– no habrá ni G-0 ni G-2, sino sencillamente un G-20– hoy más paralizado que nunca –donde por su propio peso específico destaque la colaboración, si la hubiere, de EU y China.Más allá de las interesadas jeremiadas de la prensa neoliberal británica, de acuerdo con lo tangible de la visita de Hu, no habrá un G-0 (una ruptura brutal ni guerra fría), pero tampoco surgirá el G-2 que anhela nostálgicamente Brzezinski y que nunca ha existido, sencillamente porque las dos superpotencias no son las mismas de hace 30 años.La correlación global de fuerzas se ha alterado sustancialmente en favor de China y la incipiente multipolaridad, y en detrimento de EU y su fenecida unipolaridad.
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domingo, 23 de octubre de 2016
(25) La Jornada: Bajo la Lupa
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